viernes, septiembre 01, 2017

Retugenos







EN ASDRÚBAL CLAVARÁS TU LENGUA (Almuzara 2006)

                               

             

Sinopsis

 

        Cuenta ésta otra historia que tal vez sucedió, que viene ahora a suceder en ella. Trata de un cobro de venganza entre un particular, celtíbero de nombre Retugenos, y el muy poderoso general cartaginés Asdrúbal por todos conocido, que supuso gratuito quebrar los destinos de aquel siervo el día que dio muerte a su señor.

 

     Así era en principio. Y aguantó de suyo cuanto pudo rondando por los páramos celtíberos.

 

    Pero cuando aquel particular se echó a los caminos que llevaban hasta el fondo de la misma Iberia, a su paso quedaron convocados los fantasmas que guardaban las palabras, que pronto se vinieron al calor del inocente. Y gustaron de su historia. Y hurgaron luego en ella haciendo mucho ruido, llamando la atención… y pronto despertaron a unos dioses que enseguida tomaron ya el control. 

           


Y aquí os dejo un breve pasaje:



...../......

           Y le habló allí de la dificultad del comercio, por ser oficio que camina con cosas de importancia, productos que arrastran con peligros su valor. Y afirmó que tales cosas las quieren todos pero pocos las alcanzan.

           -Y mira, hijo, que una cosa se presenta por peligro de ladrones, y la otra por ocasión de alguna pérdida o tropiezo: que a los que queda lejos atajan con el robo la distancia, y los que pueden de largo fingen siempre haber necesidad y no llegar por poco, de manera que traen pérdida al comerciante honrado que no puede sino ceder, por compasión, algún grano de lo suyo. Y atiende, muchacho, granos juntos hacen pan...

           -Y pan perdido hay en un descuido-, se apresuró a apuntar el bastado Turro de su parte.

         Y ya caminando, complacido de la atención del tito a todas sus palabras, inspirado además en aquella vieja daga que encintaba éste en piel de cabra sobre el sayo, por mejor participarle sus razones acudió el íbero al mismo ejemplo del arte de la guerra, del que pensó que el celtíbero gustaría.

           -El arte de la guerra, del que ya conoces... –le decía-, es arte que se aliña de costumbres que no son ofensivas ni sirven de defensa, pero todos entienden necesarias para entrar en la batalla.  

           Y mencionó al efecto los gritos y cánticos de ataque, los escándalos con golpes de metal contra metal, las figuras feroces en el umbo del escudo, los cuernos, airones y penachos en los cascos, los crecidos cuernos de testera en los caballos, los gestos y los brincos de amenaza...

           -Pues bien, aunque cosas son que ni cortan manos ni hacen sangres, a todos parecen necesarias para adobar al enemigo. Mira para el caso lo que dice un simple cuerno reluciente adornando la cabeza de un caballo: ¿no entiende con ello el enemigo que gastando tanto el guerrero en el adorno habrá aumentado más el gasto en firmeza y filo de su espada?, ¿no creerá que cuenta así ese guerrero con poder y con riqueza, y por ello con favor de la fortuna? Pues mostrando éste su caballo bien aderezado dice así a su enemigo: “¡cuidado!, ¡entre tú y yo fortuna me prefiere!” -le decía Indibas al muchacho, y continuaba: -Pues mira, hijo, también con aderezos cuenta el oficio del comercio, que más necesarios son al mismo buhonero que al guerrero, que viaja solo el buhonero, sin armas, lejos de su patria, apartado de su gente… y así tiene también necesidad de las artes de su oficio. Pues la primera de éstas para ti, en todo momento, y más aun en público, será dirigirte a mí por padre; que los lazos de la sangre nos fortalecen y honran ante otras gentes, y ambas prevenciones parecen necesarias al oficio. Otra es no extrañarte de cuanto vieras o entendieras, y si en algo te extrañaras no entorpecer por ello con apuntes mis tratos creyendo hallarme en algo de lo dicho equivocado; que el buen comerciante ni yerra ni olvida ni miente: adereza su comercio; Otra más...

           Y fue así refiriendo al pequeño celtíbero sus recién contraídos compromisos, y avisándole de paso de artificios y señuelos. Éste, que cayó en la cuenta que uno de ellos sería el tullimiento que antes arrastraba el contestano, hízolo notar.

           -¿Será así por caso de arte tu cojera... padre?

          -Por caso de arte, hijo, que ambas cosas puedo ya decirte -concedió Indibas-, que otros usan brazo manco, ojo tuerto, o mujer temible, fea y enojosa. Prefiero yo de tullido, pues despierta misma compasión que otros y ser tullido avisa de no buscar huidas, como bien decías antes de la mula: por la falta de valor del impedido, que tal presumen todos; y en esas queda el beneficio del comercio, que así sosiegan todos su atención y aflojan además su voluntad, por estimar que un tullido no ha de añadirle a su cojera otros tropiezos. 

           Y con éstas y otras prevenciones fue ese día ya del todo recibido Retugenos por aquellos dos íberos. Haría el celtíbero su camino a la ilustre Erna adoptado por unos buhoneros contestanos.


...../.....


(EN ASDRÚBAL CLAVARAS TU LENGUA, Julián Rubén Jiménez, fragmento)

1 comentario:

Anónimo dijo...

Yo también he de estrechar mis estrecheces, a ver si logro esconderme un poco y pasar desapercibida… no sea que yo también de tanto bulto le robe un poco de cena también al hambre y quizá hasta risas… y no, no quiero incomodar y menos escuchar que callen.

Aquí me quedo, admirando tu pluma… tan galante y exquisita como se viste. (Que no las plumas sueltas que ha dejado el “hambriento ciervo” hermano necio)

Como siempre, mis respetos, admiración y cariño señor escritor.

Usté si que calza quilates inmensos.

Miles más, y van dobles. (yo quiero más!! sniff)